En
ocasiones, al conocer a diferentes personas, descubres que la vida depende del
cristal con el que se mire. Hay cristales fríos, oscuros, rotos, opacos,… pero
también hay cristales de colores.
Suelo
llamarle tonta y es que tiene miles de tonterías, de esas que le hacen aún más
especial. Gracias con gracia y sin gracia. Salidas de tono pero también mucha
vergüenza demasiadas veces. Sonrisas que son risas, porque ella siempre reluce
esa sonrisa en su rostro y se ríe con la más mínima estupidez. Habla sin parar, generalmente cuando
está nerviosa, mucho y muy rápido, tanto que a veces llega a bombardearte, no
imaginas hasta que punto. Pero casi
siempre es interesante escucharla, aunque más de una vez se hace un lio porque
su cabeza piensa con más rapidez de la que la velocidad de su lengua puede
permitirle, y acaba enredándose, repitiéndose, y diciendo cosas sin sentido. Ella es divertida, inteligente, ingeniosa como
pocas chicas he visto. A menudo me hace enfadar porque le encanta crecerse y
hacerse la superior bromeando, al igual que a mí. Insegura, tímida, camina
siempre altiva y mirando al frente, dando la sensación de ser engreída, pero es
todo lo contrario. Con una vida interior que poca gente comprende y que la hace
tan interesante, tan auténtica. Había aprendido a vivir con cada latido, y eso
está bien, pero más de una vez le ha traído problemas. Pone corazón a todo lo
que hace, otra de las cosas que le da más de un problema.
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